Habitación propia
Nunca había
tenido un cuarto propio. Siempre lo compartí con una de mis hermanas mayores
hasta que se casó. Ahora que lo escribo, ni mi mamá ni mis dos hermanas
tuvieron un cuarto propio. Compartieron cuarto con los hermanos y ahora con los
esposos. Tuve mi propio cuarto un año después de terminar la licenciatura. Ese
año flotaba entre la incertidumbre laboral, mi primera beca literaria en el Centro
de Escritores de Nuevo León y mi deseo por ser poeta. Entre la prepa y la
universidad leía en mi cama, con una lámpara de pluma Cien años de soledad,
Narraciones extraordinarias, Crimen y castigo, Las edades de Lulú.
La luz se apagaba a las diez por órdenes de mi jefa y ya. Así que esperé
ansiosa el día de la boda y ver que mi hermana dejar el cuarto para siempre. Mi
habitación propia era la oportunidad no solo de tener la luz encendida toda la
madrugada para leer o escuchar música, sino para caguamear, fumar marihuana y
dormir con mi novio. En ese momento vivía el romance de la literatura y mis aventuras
sentimentales-sexuales. Un año después de la boda, mi hermana tuvo una bebé y
yo mi primera habitación propia en un departamento compartido en Zamora, Mich. mientras
el posgrado. En esa temporada viví sola en un departamento por primera vez en
un depa con dos cuartos propios, cocina, balcón y un pasillo con olor a meados
de perro. Tuve durante un año mi habitación propia por 800USD en una casita de
madera en el barrio de Venice, Ca. Viví con un wey en una casa de Guadalupe
fleiva, donde me apropié del espacio común de la sala como mi habitación.
Exilié involuntariamente al fulano. Después regresé a casa de mis padres en la Mitras
Norte y tuve de regreso mi habitación anterior, pero fue más mía, con más
libros; donde escribí impaciente mis poemas producto del engaño, la otra vez incertidumbre
laboral, la pinche tesis, por todo. Luego conocí al Benjas y me fui a su casa
de Querétaro, en la Cimatario y por supuesto tuve mi habitación propia. Después
nos mudamos al gabacho, Providence, RI; y tuve mi habitación propia en los departamentos
de la Lloyd Ave. y Pitman Street, respectivamente. Después regresamos a México
y decidimos vivir en Santa Catarina y también tuve dos habitaciones propias en
dos departamentos distintos. Luego ya aquí, en Valle de Santiago, donde he
vivido más tiempo en los últimos catorce años. Aquí tengo mi habitación propia expandida,
porque en las tardes la comparto con Erdera para que haga sus tareas y los
fines de semana con Benjamín, para que vea la tele o use su XBOX. Para que
Erdera sobre todo entienda que merece tener su habitación propia. Así que esta habitación
la comparto con mi familia. Aquí leemos, escribimos, platicamos, reíamos,
gritamos, jugamos, espiamos a los vecinos y las gatas cazan golondrinas.
Pero ya saben:
mi casa es su casa.
por la
colonia
en
capitán aguilar esos los de la esquina aquellos infelices los habían agarrado
infraganti a todos y cada uno por rateros
mi
hermano se había retraído meses antes entonces junto a nosotras nos sentábamos
en la sala de la casa con mesita de madera al centro y jugábamos mario bros por
horas y horas y mamá hablaba y hablaba y hablaba después gritaba y gritaba y
gritaba hasta que cortaba el enchufe de la consola a mordidas o con tijeras era
rabiosa
mamá
siempre tiene qué hacer un lío
en la
teoría de la frustración se plantea que la agresión es siempre consecuencia
directa de una frustración previa o a la inversa una frustración que se observa
venir siempre y que conduce como conducía a mi mamá gritando echando lío
cortando cables enchufes pegándole a mi hermano con una tabla con clavos
conduce a la frustración previa o posterior en una forma de violencia
entonces
no entendía sí cada vez más pequeño mi hermano no entendía si el enchufe cada
vez más pequeño que cortaba mi mamá o el niño que habitaba dentro del niño que
era mi hermano niño el cable se achicaba cada vez más y mi papá cada vez hacía
más corajes y mi mamá soportando cada vez menos a su esposo mi papá las
borracheras la ausencia del padre cuatro hijos las ausencia de los hijos con el
padre en casa como si no existiera como si no hubiese autoridad te mandas solo
como de ornamento mi padre a mi padre le hubiese gustado querer a sus hijos
dormidos por barbitúricos muy lejos en una existencia conceptual además lejana en
una dimensión periférica pero no la misma para ir regresar ir y venir a sus
anchas con sus amigos al dominó jugando softball riendo candil de la calle
cortando cada vez más el cable que era la metáfora de la paciencia de mi madre
gritando desconectada haciendo un lío un simulacro de huida siempre
eran
los 80
y los
infelices de la esquina observando el tango familiar
como
mirando un paisaje ahogado con ahorcados
y no
borrachos